Yo siempre he asociado el sábado a las croquetas. Grandotas, doradas, de carne… Y hechas, claro, por mi abuela Carolina.
Y mi yaya, como siempre ha sido una transgresora, se empeña en llamarlas ‘cocretas’. Pues, oye, que no hay manera y resulta entrañable. Casi tanto como el saco de gente que flipa con las ‘almóndigas’.
Será por la carne, como dirían los curas de antes. Y, por cierto, que decir ‘almóndiga’ no es incorrecto, aunque sí ‘vulgar’, según la Real Academia.
Así que, mira, estando en un mundo donde cada uno habla como le da la gana, y el idioma español está más apuñalado que un faquir, a mi abuela le voy a proponer que siga inventando palabras.
Y que sea como el personaje de Delibes en ‘La Colmena’. Y si necesita ayuda para tan singular diccionario, que recurra a mi parienta, porque ésa también tiene ingenio para parar un barco.
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* Qué magnífica secuencia, con Camilo José Cela ‘entregando’ palabras a sus contertulios, en ‘La Colmena’, dirigida por Mario Camus.
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